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A la brisa de lo eterno Investigación

   El 12 de octubre de 1969, Joaquín Romero Murube pronunció el Pregón de la Virgen de Valme. Muy poco después, murió repentinamente en Sevilla, ciudad que fue para él «una razón de vida». Así, la disertación con la que deleitó a quienes tuvieron el privilegio de escucharle en la mañana de aquel domingo previo a la Romería nazarena fue su último acto público, y aquellas palabras que dedicó a la Protectora de Dos Hermanas constituyen, en verdad, su testamento literario: el espléndido legado de un gran poeta –situado en la órbita de la generación del 27– a la historia de esta singular advocación mariana.

   En el presente libro, explicamos cómo y por qué este escritor, «uno de los espíritus más finos y penetrantes de la literatura andaluza de todos los tiempos», llegó a ser pregonero de una fiesta popular a la que aparentemente era ajeno. Podría pensarse que el hecho al que nos referimos no constituye más que una mera e irrelevante anécdota en la biografía de quien fue compañero de Cernuda y fiel amigo de García Lorca. Como veremos a lo largo de estas páginas, nada más lejos de la realidad.

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